Los mercados bursátiles chinos subieron tras los anuncios: el CSI 300 subió un 15% y el Shanghai Composite un 12%. Algunos comentaristas económicos sugirieron que estas medidas podrían ayudar a China a frenar la desaceleración del crecimiento del PIB y hacer que la economía pase de la inversión al consumo. Sin embargo, como el peso de la India en el índice MSCI AC World Investable Market ha superado recientemente al de China, a algunos les preocupa que los inversores extranjeros puedan ahora reasignar más fondos a China.
Los resultados finales de la inversión dependerán de si China reorienta con éxito su economía o sigue la trayectoria de Japón, donde la “década perdida” (o, como algunos la llaman, una “generación perdida”) ha dejado a los inversores cautelosos y ha puesto a prueba su paciencia. En el artículo de hoy, exploramos las áreas clave en las que China se esfuerza por alejarse de la experiencia de Japón y las posibles implicaciones para los flujos de inversión extranjera hacia la India.
Para empezar, es importante entender qué es lo que China podría estar intentando evitar. Japón experimentó un estancamiento prolongado desde finales de los años 1980 hasta principios de los años 2020, marcado por un bajo crecimiento, deflación y una eficacia limitada de las intervenciones tradicionales como la flexibilización monetaria y el estímulo fiscal. Este estancamiento fue tan grave que, a día de hoy, el índice Nikkei 225 de Japón todavía cotiza por debajo de su máximo de 1989, a pesar de superarlo brevemente en 2024.
Esto plantea la pregunta: ¿cómo llegó Japón a verse envuelto en tal destino? Akio Mikuni y R. Taggart Murphy, en su libro Japan’s Coverage Entice, sostienen que el “milagro” económico de posguerra de Japón está estrechamente relacionado con sus actuales luchas financieras. Las raíces de la mentalidad económica de Japón se remontan a la Restauración Meiji de 1868, que puso fin al shogunato Tokugawa e inició la modernización de la nación. Esta transformación estableció el sistema económico centralizado de Japón, priorizando la producción y las exportaciones sobre la rentabilidad y la eficiencia del mercado. Las instituciones de posguerra, como el Ministerio de Finanzas (MOF) y el Banco de Japón (BOJ), reforzaron este enfoque apoyando a las empresas impulsadas por las exportaciones y asignando crédito en función de objetivos políticos en lugar de fuerzas del mercado, lo que generó ineficiencias y desequilibrios financieros. La estrategia mercantilista de Japón priorizó los superávits comerciales y la supresión del yen para promover las exportaciones, pero este enfoque condujo a una inversión excesiva en sectores no rentables. El énfasis en el ahorro sobre el consumo canalizó la riqueza hacia inversiones industriales, alimentando burbujas de activos en bienes raíces y acciones. Cuando estas burbujas estallaron en la década de 1990, Japón enfrentó una disaster bancaria, deflación y una acumulación de préstamos incobrables. A pesar de los esfuerzos por estimular la demanda, la política monetaria siguió estando limitada por la concentración en la gestión de los superávits comerciales. La resistencia a las reformas basadas en el mercado obstaculizó aún más la innovación, dejando al sistema económico japonés mal equipado para adaptarse a la globalización. Sin embargo, la China precise difiere significativamente del Japón de los años 1980. Examinemos cómo China está aprendiendo de los errores de Japón y tratando de mejorarlos.
1. Crecimiento económico y ajuste de políticas: el crecimiento proyectado del PIB de China para 2024 es del 4,7%, desacelerándose al 4,3% en 2025, lo que refleja una desaceleración en comparación con décadas anteriores, pero aún mayor que el estancamiento de Japón posterior a la burbuja. A diferencia de la respuesta lenta y resistente a las reformas de Japón al estancamiento de los años 1990, China está ajustando activamente sus políticas, con medidas como la flexibilización de las intervenciones monetarias y fiscales, aunque persisten las preocupaciones sobre la eficacia de estas acciones.2. Política monetaria e inflación: La previsión de inflación del IPC de China para 2024 es del 0,5%, con un IPP del -1,6%, comparable a la deflación de Japón durante sus décadas perdidas, que obstaculizó la recuperación. Sin embargo, a diferencia del enfoque de Japón en tasas de interés bajas para impulsar las exportaciones, lo que lleva a una sobreinversión, China está priorizando un equilibrio entre el consumo interno y la inversión.3. Demanda interna versus crecimiento impulsado por las exportaciones: China se está centrando cada vez más en el consumo y los servicios internos, con crecimiento en sectores como los vehículos de nueva energía. A diferencia de Japón, que mantuvo un modelo basado en las exportaciones a expensas de la demanda interna, China está trabajando activamente para estimular el consumo y reducir su dependencia de las exportaciones.
4. Management burocrático y flexibilidad de políticas: Tanto China como Japón tienen fuertes sistemas burocráticos, pero China demuestra más flexibilidad en los ajustes de políticas en comparación con la rigidez de Japón en los años noventa. Mientras la resistencia burocrática de Japón prolongó el estancamiento, China está implementando cautelosamente reformas para impulsar el consumo y mejorar el financiamiento native.
5. Burbujas de activos y desequilibrios financieros: China se enfrenta a una disaster inmobiliaria comparable a las burbujas de Japón de los años 1980, pero a diferencia de Japón, que experimentó una disaster bancaria prolongada debido a préstamos incobrables, China está gestionando proactivamente los riesgos del mercado inmobiliario para evitar un resultado comparable.
Dicho esto, reorientar una economía de un modelo impulsado por la inversión a uno centrado en el consumo es una tarea excepcionalmente desafiante. Dado que la experiencia de Japón sigue fresca en la mente de los inversores, el margen de error de China es relativamente estrecho. Sin embargo, los índices chinos de primera línea ofrecen puntos de entrada atractivos para quienes confían en el éxito de las recientes medidas políticas, con el índice CSI 300 cayendo más del 40% desde su máximo de 2021.
En cambio, los mercados indios, si bien ofrecen un gran potencial a largo plazo, cotizan cerca de máximos históricos. Los inversores institucionales extranjeros, que recientemente se mostraron positivos respecto de la India tras importantes salidas de capital en 2022, se enfrentan ahora a una decisión difícil. Los inversores nacionales, muchos de los cuales no pueden invertir directamente en los mercados chinos, observarán de cerca estos acontecimientos para evaluar el impacto en la rotación del sector dentro de la India.