Un legado construido por el padre de Assad, Hafez al-Assad
Hafez al-Assad, el arquitecto de la Siria moderna, llegó al poder mediante un golpe de estado el 13 de noviembre de 1970. En un momento en que Siria estaba plagada de inestabilidad política y frecuentes golpes de estado, Hafez, un alauita, saltó a la fama como comandante del ejército. Fuerza Aérea Siria y Ministro de Defensa. Su estrategia de dividir y reinar, explotando las divisiones étnicas y religiosas de Siria, le ayudó a consolidar el poder. Hafez elevó a la minoría alauita, tradicionalmente marginada, a puestos clave en el ejército y el gobierno, asegurando su lealtad y reforzando su management. Bajo su régimen, Siria experimentó importantes cambios políticos. La comunidad alauita, que representa entre el 12 y el 15 por ciento de la población de Siria, se convirtió en la principal base de apoyo del régimen de Assad. Esta lealtad se debió en parte a las oportunidades que Hafez brindó a los alauitas, particularmente dentro de los servicios militares y de seguridad.
El gobierno heredado de Bashar al-Assad
Después de la muerte de Hafez en 2000, su hijo Bashar, un oftalmólogo relativamente inexperto, asumió la presidencia. Inicialmente, había esperanzas de que Bashar introdujera reformas, pero estas esperanzas se desvanecieron rápidamente cuando heredó el sistema autoritario de su padre. Sus primeros intentos de reemplazar a los aliados de su padre con sus propios leales lo aislaron de la población rural de Siria, debilitando aún más las instituciones estatales.
La consolidación del poder de Bashar implicó colocar a su círculo íntimo, incluidos su hermano Maher y su primo Rami Makhlouf, en posiciones clave. Si bien el gobierno de Bashar trajo crecimiento económico, estuvo acompañado de una creciente desigualdad, pobreza generalizada y corrupción. En la década de 2010, el deterioro de la situación económica del país alimentó el descontento, particularmente después de que una devastadora sequía obligó a muchos sirios rurales a trasladarse a áreas urbanas.
Guerra civil siria
Las tácticas represivas de Bashar al-Assad, evidentes por primera vez durante la brutal represión de su padre contra la Hermandad Musulmana en 1982, continuaron cuando estallaron protestas pacíficas en Siria en 2011. La respuesta violenta del gobierno a estas protestas desembocó en una guerra civil a gran escala. Con el apoyo de Rusia, Irán y las milicias respaldadas por Irán, el gobierno de Assad recuperó el management de muchas ciudades importantes. Sin embargo, gran parte del país permanece fuera del management del gobierno y el conflicto se ha cobrado más de medio millón de vidas y ha desplazado a millones. La guerra en Siria, que comenzó como un levantamiento a favor de la democracia, ha atraído a numerosas potencias regionales y globales. A pesar de los esfuerzos de Assad por mantenerse en el poder, grandes zonas siguen bajo management rebelde y el país sigue profundamente fragmentado.
¿Quiénes son los rebeldes sirios?
Entre las fuerzas rebeldes, grupos como Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que evolucionó a partir del Frente Al-Nusra, desempeñaron un papel importante. HTS, inicialmente afiliada a Al Qaeda, rompió vínculos con el grupo terrorista en 2016. A pesar de ello, muchos organismos internacionales todavía consideran a HTS una filial de Al Qaeda. Esta alianza con grupos yihadistas ha complicado el conflicto, atrayendo a varios actores globales.